miércoles, 10 de octubre de 2007

Lisístrata


Lisístrata.- Voy a decíroslo, pues no tiene ya que seguir oculto el asunto. Mujeres, si vamos a obligar a los hombres a hacer la paz, tenemos que abstenernos...


Cleonice.- ¿De qué? Di.


Lisístrata.- ¿Lo vais a hacer?


Cleonice.- Lo haremos, aunque tengamos que morirnos.


Lisístrata.- Pues bien, tenemos que abstenernos del cipote. ¿Por qué os dais la vuelta? ¿Adónde vais? Oye, ¿por qué hacéis muecas con la boca y negáis con la cabeza? ¿Por qué se os cambia el color? ¿Por qué lloráis? ¿Lo vais a hacer o no? ¿Por qué vaciláis?


Cleonice.- Yo no puedo hacerlo, que siga la guerra.


Mírrina.- Ni yo tampoco, por Zeus: que siga la guerra.


Lisístrata.- Y, ¿tú eres la que dice eso, rodaballo?. ¡Si hace un momento decías que te dejarías cortar por la mitad!.


Cleonice.- Otra cosa, cualquier otra cosa que quieras. Incluso, si hace falta, estoy dispuesta a andar por fuego. Eso antes que el cipote, que no hay nada comparable, Lisístrata guapa.




Lisístrata es la obra de teatro más famosa del dramaturgo de la Grecia Clásica Aristófanes. Cuanta la historia de la mujer de un soldado ateniense, Lisístrata. Ella está convencida de que los hombres de Atenas son incapaces de acabar con la guerra que mantienen con Esparta, y es por ello que decide reunir a las mujeres de toda Grecia. Propone un plan que no puede fallar: no mantendrán relaciones sexuales con los hombres hasta que éstos no acaben con la guerra y llegue al fin la paz. En un principio las mujeres griegas no parecen aceptar, hasta que una espartana se une al plan y muestra que es posible su realización. Asimismo las mujeres viejas de Atenas se han hecho con el poder en la Acrópolis donde están los tesoros públicos, y han cortado el suministro económico a la guerra. La treta planeada por Lisístrata se pone en marcha y se siguen manifestaciones, alborotos... Hasta que un oráculo dice que las mujeres alcanzarán la victoria. Los hombres no pueden aguantar más, y firman la paz con los espartanos, un tanto precipitada, pero paz al fin y al cabo, y es más, la firman ante la misma Lisístrata.

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