domingo, 30 de diciembre de 2007

El mito platónico de la invención de la escritura


Sócrates.- Pues bien, oí decir que vivió en Egipto en las cercanías de Náucratis uno antiguos dioses del país, aquel a quien le está consagrada el ave que llaman ibis. Su nombre es Theuth y fue el primero en descubrir no sólo el número y el cálculo, sino la geometría y la astronomía, el juego de damas y los dados, y también las letras. Reinaba entonces en todo Egipto Thamus, que vivía en esa gran ciudad del país alto a la que llaman los griegos la Tebas egipcia, así como a Thamus lo llaman Ammón. Theuth fue a verle y, mostrándole sus artes, le dijo que debían ser entregadas al resto de los egipcios. Preguntóle entonces Thamus cuáles eran las ventajas que tenía cada una, y, según se las iba exponiendo aquél, reprobaba o alababa lo que en la exposición le parecía que estaba mal o bien. Muchas fueron las observaciones que, en uno y otro sentido, según se cuenta, hizo Thamus a Theuth a propósito de cada arte, y sería muy largo el referirlas. Pero una vez que hubo llegado a la escritura, dijo Theuth: «Este conocimiento, oh rey, hará más sabios a los egipcios y aumentará su memoria. Pues se ha inventado como un remedio de la sabiduría y la memoria». Y aquél replicó: «Oh Theuth, excelso inventor de artes, unos son capaces de dar el ser a los inventos del arte, y otros de discernir en qué medida son ventajosos o perjudiciales para quienes van a hacer uso de ellos. Y ahora tú, como padre que eres de las letras, dijiste por cariño a ellas el efecto contrario al que producen. Pues este invento dará origen en las almas de quienes lo aprendan al olvido, por descuido del cultivo de la memoria, ya que los hombres, por culpa de su confianza en la escritura serán traídos al recuerdo desde fuera, por unos caracteres ajenos a ellos, no desde dentro, por su propio esfuerzo. Así que lo que es tu invento, no es un remedio para la memoria, sino para suscitar el recuerdo. Apariencia de sabiduría y no sabiduría verdaderamente procuras a tus discípulos. Pues habiendo oído hablar de muchas cosas sin instrucción, darán la impresión de conocer muchas cosas, a pesar de ser en su mayoría unos perfectos ignorantes; y serán fastidiosos de tratar, al haberse convertido, en vez de sabios, en hombres con la presunción de serlo».


Fedro, 274b y ss. (Trad. de Luis Gil)

jueves, 27 de diciembre de 2007

Edipo Rey

De la patria Tebas vecinos, mirad,
éste es Edipo,
el que los célebres enigmas llegó a ver,
el más poderoso hombre era,
del cual nadie hubo entre los ciudadanos
que con envidia su destino no mirase.
¡A qué turbulencia de terrible azar ha llegado!
De tal forma que, siendo mortal,
hasta no ver el día postrero
a nadie hay que tener por dichoso,
antes que la meta de la vida traspase
sin haber sufrido dolor alguno.

Sófocles, Edipo Rey

domingo, 23 de diciembre de 2007

Algunas frases


· "La única cosa que sé es saber que nada sé; y esto cabalmente me distingue de los demás filósofos, que creen saberlo todo." (Sócrates)

· “El hombre sabio querrá estar siempre con quien sea mejor que él." (Platón)

· “Son filósofos verdaderos aquellos a quienes gusta contemplar la verdad” (Platón)

· “Los dialécticos y los sofistas, en sus disquisiciones, se revisten de la apariencia de filósofos” (Aristóteles)

· “Es propio del filósofo poder especular sobre todas las cosas” (Aristóteles)

· “No hay absurdo que no haya pasado por la cabeza de algún filósofo” (Marco Tulio Cicerón)

· “¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia” (Epicuro de Samos)

· “La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo” (Epicuro de Samos)
. “El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo” (Epicuro de Samos)

· “La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser” (Platón)

· “La verdad puede más que la razón” (Sófocles)

· “La esperanza es el sueño del hombre despierto” (Aristóteles)

· “El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona” (Aristóteles)

martes, 18 de diciembre de 2007

LA MITOLOGÍA: Origen y utilidad

Se llama Mitología o Fábula a la historia que trata de la vida y hazañas de los semidioses y héroes de la antigüedad pagana. No todo a lo que en estas fábulas se refiere es mentira o ficción; algunas de ellas descansan sobre fundamentos históricos y las hay que estás sacadas del Antiguo Testamento. El diluvio de Deucalión recuerda al diluvio de Noé; en los Gigantes que escalan el cielo, fácil es reconocer a los hijos de los hombres levandando, con loca audacia, la torre de Babel; la formación del hombre por Prometeo es el remedo del Génesis; el sacrificio de Ifigenia parece reproducir la historia de Jefté, ...
La Mitología tuvo su cuna en Egipto, Fenicia y Caldea. Hacia el 200 a.C., Nino, rey de Babilonia, hizo erigir en medio de la plaza públicala estatua de su padre Belo y mandó a sus súbditos que ante el vano simulacro ofreciesen incienso y elevasen sus plegarias. Influídos por este ejemplo, los pueblos vecinos deificaron a sus príncipes, a sus legisladores, a sus guerreros, a susgrandes hombres y a aquellos que habían conquistado una vengonzosa celebridad. Las pasiones y los vicios fueron también divinizados. Pero los pueblos de Grecia fueron los que elevaron la Mitologíaa su mayor esplendor, la embellecieron con ingeniosas concepciones, la enriquecieron con gayas ficciones y en ella derramaron a manos llenas las creaciones de su imaginación. A sus ojos pareció demasiado sencillo lo que era tan sólo natural; los relatos de acciones verdaderas seanimaron atribuyéndoles circunstancias extraordinarias. A sus ojos los pastores se tornaron sátiros y faunos; las pastoras, ninfas; los jinetes, centauros; los héroes, semidioses; las naranjas, manzanas de oro,... Si un orador conseguía cautivar a sus auditorio con los encantos de su elocuencia, le atribuían el poder de haber amansado los leones y de haber tornado sensibles a los furos peñascos. Una mujer que habái perdido a su esposo y pasaba los días sumida en llanto inconsolable, aparecía a sus ojos convertida en fuente inagotable. De esta manera la poesía animó la naturaleza toda y pobló el mundo de seres fantásticos.
Por más que la Mitología sea, casi en su totalidad, tejido continuo de fábulas, no por eso deja de tener una utilidad incontestable. Por ella podemos explicar las obras maestras de los pintores y escultores que admiramos y nos facilita la lectura de los poetas y la hace interesante.
La Mitología aclara la historia de las naciones paganas, nos hace conocer hasta qué punto los egipcios, griegos y romanos vivían sumidos en profundas tinieblas y a qué grado de desorientación puede llegar el hombre abandonado a las solas y porbres luces de su inteligencia. Sin dud, la mayor parte de las fábulas que la integran son falsas y absurdas: unos dioses cojos, ciegos, vulgares, luchan entre sí o contra los hombres; unos dioses pobres, desterrados del cielo, se ven obligados, mientras permanecen sobre la tierra, a ejercer el oficio de albañil o pastor, quedando, de este modo, ridiculizados en extremo. Pero, la Mitología ofrece frecuentes fábulas morales en las que bajo el velo de la alegoría se ocultan preceptos excelentes y reglas de conducta.
Las Furias que se ceban encarnizadamente en Orestes o el buitre que roe las entrañas a Prometeo trazan la maravillosa imagen del remordimiento. La historia de Narciso ridiculiza la vinaidad estúpida y el exagerado amor a sí mismo. La trágica muerte de Ícaro es una lección admirable para los hijos desobedientes, Faetón es el tipo delos orugollos castigados. Los compañeros de Ulises convertidos en viles puercos por los brebajes de Circe, son una imagen fidelísima del embrutecimiento a que conducen la intemperancia y el libertinaje.
¿Creían todos los sabios de la antigüedad en la verdad de las fábulas mitológicas? Seguramente no, pero no se atrevían a combatirlas abiertamente y se contentaban con burlarsede ellas en el seno de sus familias o en la intimidad de sus amistades. Sócrates quiso demostrar a los atenienses la existencia de un solo y verdadero Dios y ataca, por ende, el politeísmo, y pagó con la vida sus nobles propósitos. En Roma, Ciceron se atrevió en una obra a chancearse al tratar de los dioses y mereció por ello la censura de sus contemporáneos.
Estaba reservada al cristianismo la gloria de reducir a escombros este vetusto edificio y hacer que ante la antorcha de la revelación divina desaparecieran las tinieblas y la ignorancia que tales supoersticiones fomentaban.
J. Humbert


viernes, 14 de diciembre de 2007

ARTE GRIEGO


El arte de la antigua Grecia es el estilo elaborado por los antiguos artistas griegos, caracterizado por la búsqueda de la belleza ideal, recreando el mundo ideal del modelo platónico, o mediante la imitación de la naturaleza.
La cultura desarrollada por los antiguos griegos establece los fundamentos de la cultura occidental. De ella surgieron los conceptos y principios del arte y la filosofía.
El Arte de la antigua Grecia se divide estilísticamente en cuatro períodos:
· Geométrico
· Arcaico
· Clásico
· Helenístico
El arte Geométrico data sobre el año 1000 a.C., aunque se conoce poco sobre el arte griego durante los 200 años precedentes (tradicionalmente conocido como edad oscura griega); el período del siglo VII a.C. certificó el lento desarrollo del estilo Arcaico. El inicio de las Guerras Médicas marcará el final del período Arcaico y el comienzo del Clásico; el reinado de Alejandro Magno (336 a.C. a 323 a.C.) es tomado como la separación entre el arte Clásico y el Helenístico.
En realidad, no hubo ninguna transición radical entre un período y otro. Las distintas formas de arte evolucionaron a ritmos distintos en diferentes lugares del mundo griego, y como en cualquier época algunos artistas elaboraron estilos más innovadores. Fuertes tradiciones locales, el carácter conservador, y las exigencias de los cultos religiosos, permiten a los historiadores localizar los orígenes de obras de arte, incluso de las desplazadas.

Arquitectura
Uno de los signos más fácilmente reconocibles de los logros artísticos griegos, es su arquitectura; en particular, las elegantes columnas de piedra y los frontones triangulares esculpidos de los tres estilos arquitectónicos que se desarrollaron entre el 600 a.C. y el 300 a.C.
El Partenón, en la Acrópolis de Atenas, es el mejor ejemplo que sobrevive de la arquitectura dórica.
Estos estilos fueron creados para construir templos a los dioses. Esculpidos en mármol, ellos imitaron las técnicas de corte de la madera de los edificios hechos originalmente en este material.
El estilo Dórico es el más antiguo y el más simple, con columnas firmes y frentes cubiertos con esculturas que, al mismo tiempo, podían pintarse de rojo o azul para generar impacto.
El estilo Jónico apareció alrededor del mismo tiempo en las ciudades más ricas de Asia Menor. Es más ligero y más decorativo, con columnas esbeltas destacando volutas ensortijadas en cada esquina del capitel. El estilo alcanzó su cumbre en el desaparecido Templo de Artemis en Efeso, una de las Siete Maravillas del Mundo. Hoy en día podemos admirar la arquitectura Jónica en el Templo de Atenea Nike en la Acrópolis.
Por el siglo 400 a.C. apareció una nueva versión, más elaborada, de la arquitectura Jónica, la Corintia. Se caracterizaba por intrincadas hojas espinosas esculpidas en la parte superior de las columnas, lo que puede reflejar la influencia del Medio Oriente. La grandeza del estilo Corintio se convirtió en el estilo arquitectónico favorito de la Roma Imperial.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

LA VERDADERA HISTORIA DE PENÉLOPE

5ª PARTE

Quedaron en un pub del centro de la ciudad. A las 6 en punto Icario esperaba ante la puerta con impaciencia. Sólo había visto a Penélope a través de fotos, pero era tan guapa… Estaba nervioso y caminaba de un lado a otro casi sin control. Penélope llegó en taxi. Llevaba unos vaqueros y una chaqueta roja. Su pelo suelto volaba con el viento. A pesar de su aspecto desarreglado proyectaba una gran elegancia. Ella se acercó a Icario con pasos pequeños y se quedó mirándolo fijamente antes de empezar a llorar de nuevo. Él la abrazó con mucha fuerza como si le fuera la vida en ello.
-¿Entramos?- dijo ella secándose las lágrimas.
Él asintió con la cabeza y entraron. Era un local tranquilo. A esas horas de la tarde sólo había dos parejas más en las primeras mesas que se distinguían. Ellos buscaron más intimidad y pasaron al fondo. Allí pasaron dos horas hablando y hablando. Icario intentaba eludir el tema de Ulises y hacerla reír. Era un hombre maduro pero muy atractivo. Su voz sonaba tan protectora que Penélope se sintió mejor, mucho mejor. No quería volver a casa, volver a quedarse sola, volver a la realidad, pero tenía que hacerlo.
-Es tarde, ¿nos vamos?-dijo Penélope.
-Por supuesto, te llevo. Tengo el coche aquí al lado- contestó él.
-No, de verdad, pediré un taxi.
-De eso nada. Te llevo y no hay nada más que decir- dijo él sonriendo.
Había anochecido y el frío se había apoderado del entorno, así que caminaron acurrucados y con paso ligero. Veinte minutos después estaban ante la puerta de aquel ostentoso número 24. Icario detuvo el coche y se quedaron charlando un rato más. Cuando Penélope decidió que ya era hora de entrar, llegó el momento de la despedida. Icario no lo dudó y se acercó lentamente mirándola a los ojos. Los dos lo deseaban y se besaron. Él empezó a acariciarle el pelo y ella sintió un escalofrío. No era un escalofrío por la pasión, por la ternura, por amor… todo lo contrario, era rechazo. Él siguió insistiendo. Apartó el pelo de su cara y deslizó sus labios hacia el cuello… Ella sintió, incluso, repulsión. Eso era sentirse sucia, no lo que sentía cuando la besaba Ulises. No era por Icario, era por ella. Se apartó con las lágrimas resbalando por sus mejillas.
-No puedo hacer… de verdad que no- fue lo único que dijo antes de salir corriendo del coche.
Se sentía peor aún que horas atrás. Había besado a otro hombre, a un hombre que no era su marido. Y lo peor es que lo había hecho cuando su marido estaba desparecido. Era la peor persona del mundo. Volvió a llorar toda la noche. Deseaba con toda su alma que Ulises volviera, que estuviera bien, que no la abandonara… Lo necesitaba. Entonces comprendió que lo amaba, que lo quería con toda su alma, que solo estaba dolida con él. Que estaba resentida porque la había abandonado, porque la había dejado sola, muy sola. Porque había preferido trabajar largas horas de reportero que estar con ella, junto a ella y hacerla feliz. Se había empeñado en hacerse la fría. Se había empeñado en encerrarse en sí misma, en aislarse en su burbuja, en cambiar su actitud con Ulises. Ahora estaba arrepentida. Quería volver atrás, vivir feliz con su marido. Hablar con él, recuperar el tiempo perdido. Pero la angustia le cubrió con su manto ¿y si ya no era posible? Le había hecho falta entrar en el ciberespacio y llegar a la situación de esa noche para darse cuenta de todo esto. La mente humana es sin duda muy curiosa.
Esa noche tampoco pudo dormir. Estaba viviendo una auténtica pesadilla. Lloraba y lloraba. Solo quería volver a sentir el cuerpo cálido de su marido a su lado, su característico olor dulce.
Hay quien dice que si deseas algo con todas sus fuerzas se cumple… A las seis de la mañana sonó el teléfono. Penélope lo cogió rápidamente imaginándose lo peor. Era Andrés y al oír su voz le dio un vuelco el corazón. Sin embargo, las noticias eran excelentes. Ulises había aparecido. Volvería a la mañana siguiente. Al parecer lo habían rozado con una bala y lo habían hospitalizado. Y ya se sabe, la batería de los móviles se acaba cuando más los necesitas.
Penélope estaba eufórica y nerviosa. Ulises era el hombre de su vida y lo volvería a tener a su lado en pocas horas. Se sentía como una adolescente enamorada, como si se tratase de la primera cita.
Se levantó y se dirigió a su gran armario. Quería estar deslumbrante y finalmente lo consiguió tras pruebas y más pruebas de ropa. Cuando se encontró frente a Ulises sintió mariposas en el estómago.
-Te he echado tanto de menos- le dijo.
-Y yo a ti. He pensado que soy un inmaduro, un loco, un rebelde sin causa… Prometo no volver a hacer tonterías.
-Eso espero- contestó ella regalándole su mejor sonrisa.
Se besaron con más pasión que nunca.
-Tengo que decirte algo- dijo él.
Penélope no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas. Ella también tenía que decirle algo, sin embargo no dijo nada.
-Penélope, sólo quiero haceros feliz a ti y a Telémaco… He decidido aceptar el trabajo de redactor jefe que me han ofrecido. Son menos horas de trabajo y mucho menos peligro… no quiero separarme de vosotros nunca más- continuó él.
Se abrazaron fuertemente. Ahora empezarían de cero. Ahora iban a ser todo lo felices que no habían sido en los últimos años… o tal vez no. Penélope reunió las fuerzas y dijo:
-Yo también tengo algo que decirte.
Quizá su mirada la delató… Ulises le miró fijamente y le sonrió.
-No creo que me haga más feliz… así que no quiero saberlo.
Fueron las últimas palabras que sonaron en la habitación antes de que volvieran a fundirse en un apasionado beso.
-Por cierto- dijo ella con decisión- creo que internet no es tan útil como la gente dice, ¿y si nos damos de baja?

lunes, 3 de diciembre de 2007

LA VERDADERA HISTORIA DE PENÉLOPE

4ª PARTE

Cuando llegó al número 24 de aquella lujosa urbanización se llevó una gran sorpresa. Susana, la niñera no estaba sola con su hijo. Andrés, uno de los compañeros de trabajo de Ulises, quizá, el mejor amigo que había encontrado tras su traslado a Madrid, estaba allí. Cuando Penélope entró lo encontró sentado en el sofá, cayado y muy serio. Tenía el rostro pálido y parecía asustado, tan asustado como un niño que corre de madrugada a la cama de sus padres porque cree haber visto un monstruo. Penélope le sonrió pero su sonrisa no fue correspondida.
-Andrés, ¿qué pasa? Estoy empezando a asustarme
-Siéntate por favor. Tengo algo que decirte.
Penélope le obedeció. Se sentó y empezó a imaginarse lo peor.
-¿Qué le ha pasado a Ulises?- dijo temblando- ¿qué le ha pasado?
-Cálmate- dijo él mientras se levantaba de su asiento.
-Por favor…
Él se sentó a su lado y le cogió la mano con mucho cuidado. Con tanto cuidado como si sus dedos fuesen de cristal, como si pudieran romperse al apretarlos.
-No sabemos dónde está Ulises. El cámara y el resto de periodistas que estaban con ellos han vuelto esta mañana. Al parecer hace dos noches salió, a pesar de las advertencias, y no volvió…- tras un silencio Andrés prosiguió con voz débil- Se barajan varias posibilidades: secuestro o, incluso,...
Penélope estaba petrificada. No podía ser. Un gran vació la invadió. ¿Cómo era posible? ¿Por qué seguía siendo el hombre travieso y aventurero que había conocido? ¿Por qué no había cambiado, madurado? Ahora tenía familia. Tenía un hijo. ¿Cómo podía ser tan irresponsable?
-Penélope, ¿estás bien?- preguntó Andrés muy preocupado al ver que la mujer había palidecido bruscamente.
Ella no reaccionaba. Estaba completamente ausente. Pensaba en que una travesura de Ulises podría acabar en tragedia. Su hijo podría quedarse huérfano y ella… Ella podría quedarse viuda. No pudo resistirlo más y rompió a llorar. Lo quería. Lo quería mucho y no quería perderlo.
Andrés la abrazó intentando consolarla.
-No te preocupes, lo van a encontrar… Y vivo.
-Llevaba dos días sin llamar. Pensaba que era normal, otras veces lo había hecho. Y mira ahora… - dijo Penélope entre lágrimas- ¡Es un irresponsable, eso es lo que es, un irresponsable!
Susana le preparó una tila doble y la obligaron a acostarse.
-Esta noche me quedo contigo. Yo cuidaré de Teo, tú simplemente descansa– dijo la niñera.
-No, de verdad vuelve a casa. Estoy bien- contestó Penélope con voz débil.
-Me da igual lo que digas, no te voy a dejar sola.
Susana se encargó de Teo y Penélope se quedó tumbada a oscuras intentando dormir. No podía parar de llorar. Se sentía sola nuevamente, quizá más sola que nunca. Pensó en su destino. Quizá volviera a Grecia con su familia. La razón de vivir en España era Ulises y su trabajo y si él no volvía… El simple hecho de imaginárselo muerto le dolía tanto… le dejaba casi sin respiración. Siguió pensando y llorando toda la noche y cuando la luz empezaba a filtrarse por las rendijas de su ventana, consiguió conciliar el sueño.
Se despertó con los ojos hinchados de tanto llorar. Se levantó y comenzó a andar por la casa sin rumbo fijo. Cuando volvió a la realidad estaba frente a la pantalla encendida de su ordenador. Conectó el messenger y se quedó pensativa mirando fijamente la frase “Lluvia y soledad”. Tan sólo hacía unos días que no hablaba con él, pero en estos momentos sentía que lo necesitaba, que necesitaba su compañía más que nunca. Volvió a poner el cursor sobre la frase y tras pulsar el botón derecho eligió la opción ADMITIR.



Penélope dice:
Hola, estás?

“Lluvia y soledad” dice:
Sí, estoy.

Penélope dice:
Perdona. Tenía que haberte dado al menos una razón, una explicación.

“Lluvia y soledad” dice:
Me sorprendió, pero en el fondo lo entiendo.

Penélope dice:
Necesitaba hablar contigo. Me siento tan mal, tan sola, tan angustiada…

“Lluvia y soledad” dice:
Estas bien? Qué te pasa? Cuéntame.

Penélope dice:
Mi marido…. No se sabe dónde está.

“Lluvia y soledad” dice:
Qué? Tranquilízate y cuéntame todo.

Penélope no pudo contenerse más y rompió a llorar nuevamente. Respiró hondo y le explicó a Icario todo lo que Andrés le había contado. Tras unos segundos de pausa fue Penélope la que propuso que se vieran. Había llegado la hora de hablar cara a cara.

domingo, 2 de diciembre de 2007

LA VERDADERA HISTORIA DE PENÉLOPE

3ª PARTE

Los días siguientes trascurrieron de forma tranquila. Penélope se sentía feliz de volver al trabajo y empezó a diseñar la nueva colección de primavera-verano. Sus compañeros, además, la recibieron con mucho entusiasmo, sin duda, era una persona que se hacía querer.
Ulises llamaba todos los días y le gustaba hablar con Teo aunque no recibiera contestación alguna. Penélope empezaba a sentirse culpable por no quererlo como antes. Era un buen hombre y el mejor padre del mundo. ¿Cómo podía pensar en serle infiel con alguien al que apenas conocía?
-No puedo hacerlo. Tengo que olvidarme de él. No volveremos a hablar siquiera. Es lo mejor. Lo mejor – se repetía.
Pero por las noches el sueño se repetía sin parar. Se estaba obsesionando con Icario y no quería. Así que una buena mañana, muy decidida, se levantó y se conectó al messenger. Icario no estaba, pero colocó el cursor del ratón sobre la frase “Lluvia y soledad” y pulso el botón derecho. Respiró hondo y eligió la opción NO ADMITIR. Todo había terminado.
Sintiéndose mejor consigo misma corrió hacia su habitación. Cogió a Teo y lo meció entre sus brazos tiernamente. El pequeño no parecía ni inmutarse. Permaneció allí, en penumbra, durante varios minutos más. Pero tenía que irse. Muy a su pesar volvió a posarlo sobre la cuna y salió de casa dejándolo con la niñera. Ese era un gran día.
En el trabajo, la cosa se complicó. Los preparativos del gran desfile de la última colección no iban tan bien como ella esperaba. Tras sus cuatro meses de ausencia, se topó con la realidad. Estuvo tan ocupada que no se acordó ni un instante de Icario y eso le gustó. Pero hay muchos más peces en el río…
- Penélope, un periodista de la revista Mode quiere hablar contigo. Quieren fotos de tu última colección y hacerte una entrevista ¿Qué le digo?- dijo Emilia, su secretaria.
- Vaya día. ¡Qué estrés! En fin, dile que pase.
Penélope siguió repasando los bocetos e intento imaginarse que tela iría mejor para ese estilo de prenda.
- Quizá seda en tonos pastel- pensó.
Estaba tan concentrada en lo que estaba haciendo que se olvidó por completo de que esperaba a alguien.
Sonó la puerta y ella se sobresaltó.
-Adelante- dijo con voz suave.
Se trataba de un hombre joven, moreno y con unos preciosos ojos negros. Penélope no pudo evitar sentirse atraída. Pensó que eso antes no le ocurría. Tiempo atrás sólo tenía ojos para Ulises, pero desde que vivían en Madrid todo había cambiado tanto… Prácticamente no veía a su marido. Evidentemente su sueldo y su trabajo eran mucho mejor que en Ítaca, pero el precio que tenía que pagar era estar cubriendo reportajes, muchas veces fuera del país, y abandonar literalmente a su esposa y ahora, también a su hijo.
El periodista resultó ser un gran profesional que lo tenía todo más que planificado. La entrevista la haría en los ratos libres de Penélope, así que se verían en los próximos días.
-Nos vemos mañana entonces- dijo con tono seductor Marcos, el periodista.
-¿Te parece a la hora de comer?- preguntó ella con una gran sonrisa.
-Estupendo, me encantará comer contigo- respondió él.
Comieron dos días seguidos y, tras mucho vino y muchas risas, la entrevista terminó por fin.
-Ha sido un honor trabajar contigo- dijo Marcos.
-Lo mismo digo.
-Pues me voy…- dijo él mientras recogía sus cosas- Aquí tienes, mi tarjeta. Llámame algún día.
-Lo haré –dijo ella, aunque los dos sabían que no era cierto.
La verdad es que se sentía alagada. Le gustaba sentirse deseada, incluso, querida. Hacía tiempo que no se sentía así. Y entonces se acordó de Icario. Intento alejar su recuerdo… Cogió un taxi y volvió a casa esperando ver a su hijo despierto, tenía ganas de abrazarlo, besarlo,… Era lo que más quería en el mundo.

sábado, 1 de diciembre de 2007

LA VERDADERA HISTORIA DE PENÉLOPE

2ª PARTE

El día que Teo nació, Penélope se sintió más sola que nunca. Ulises estaba de viaje cubriendo algún reportaje y su familia estaba tan lejos… Aunque conocía a mucha gente en Madrid echaba de menos su Grecia natal, su familia, sus amigos de siempre. Lloró día y noche durante varios días.
No se quejaba de su situación en España. Antes de quedarse embarazada todo iba sobre ruedas. Su vida era muy diferente. Ahora echaba de menos la moda. Echaba de menos sus colecciones, sus desfiles, sus diseños. Pero la baja por maternidad la había apartado de todo ello.
-Reposo absoluto- había dicho el médico.
Pero pronto cambiaría todo. Sólo faltaban unas horas para volver a la rutina de siempre después de cuatro meses de baja. Esta idea le hizo sonreír. La moda era lo que más le gustaba en el mundo. Sintió también una extraña sensación, quizá de tristeza, cuando pensó en el trabajo. Recayó en el precioso bebé que estaba a su lado. Lo quería tanto… no quería separarse de él pero si seguía encerrada entre esas cuatro pareces se volvería loca.
La habitación estaba en penumbra. El único ruido que se escuchaba era el leve suspiro de ese ser diminuto que dormía plácidamente en la cuna.
-Eres lo mejor que me ha pasado nunca. Te quiero tanto… no sabes cuánto…– dijo la madre a modo de susurro y permaneció unos minutos más en silencio absoluto observándolo con orgullo.
-Un café y a disfrutar del último día de mis largas vacaciones.
Sin más se levantó. Arrastró los pies hasta el salón, encendió su ordenador portátil y volvió a deslizarse hasta la cocina para preparar un café muy cargado. Una vez con su taza en la mano se sentó ante la pantalla, abrió el messenger y observó que sólo estaba conectado uno de sus escasos contactos. “Lluvia y soledad” ponía junto al muñequito verde. Penélope sonrió y comenzó la conversación con Icario.



Penélope dice:
Buenos días buen hombre, jeje.

“Lluvia y soledad” dice:
Qué madrugadora no?

Penélope dice:
Son las 11 de la mañana…

“Lluvia y soledad” dice:
Pero no tienes nada que hacer. Sólo dedicarte exclusivamente a hablar por el msn. Yo me lo pensaría… J

Penélope dice:
Pues sí. Pero ya no puedo dormir más y tengo que cuidar de mi hijo, te acuerdas? Estoy muyyyyyyyyy contenta, mañana empiezo otra vez a trabajar.

“Lluvia y soledad” dice:
Es verdad. Se acabaron las largas horas ante el ordenador.

“Lluvia y soledad” dice:
Te voy a echar de menos, me había acostumbrado a hablar contigo a todas horas. A cualquier hora. Ahora tendré que aprender a vivir sin ti…L

Penélope dice:
No digas tonterías, seguiremos hablando.

“Lluvia y soledad” dice:
Por cierto, tu marido no se iba hoy a Bagdad?

Penélope dice:
Y se ha ido… Se le han saltado las lágrimas al despedirse de Teo, sé que quiere mucho a su hijo y es la primera vez que lo abandona durante tantos días…

“Lluvia y soledad” dice:
Es su hijo, que esperabas?

Penélope dice:
Ya lo sé, pero no puedo evitar sentirme un poco celosa…cuando me deja a mí, su mujer, con la que va a pasar todos los días de su vida, con la que va a estar en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad y bla, bla, bla, bla… no parece entristecerse.

Penélope dice:
Ni siquiera cuando estaba tan gorda que no podía ni moverme.

“Lluvia y soledad” dice:
Es tu marido y te quiere, pero tiene un trabajo muy absorbente…

Penélope dice:
Su familia no es más importante?

“Luvia y soledad”:
Tienes que intentar entenderlo… Tú también tienes un trabajo al que le dedicas mucho tiempo.

Penélope dice:
Lo sé, pero él no se siente sólo. Nunca se ha sentido sólo y yo sí.

“Lluvia y soledad”:
Tú me tienes a mí…

“Lluvia y soledad”:
Te veo un poquito pesimista no? Te propongo algo, quedamos y tomamos un café? Algún día tendremos que vernos cara a cara no?


Hubo una larga pausa. Penélope no se lo esperaba. Una cosa era hablar con él por internet que no tiene nada de malo y otra muy distinta quedar con él…verlo en persona. Tenía miedo. Sí, el miedo le invadía y sin darse cuenta empezó a temblar.


“Lluvia y soledad”:
Creo que no pasa nada por vernos.

Penélope dice:
Creo que no es una buena idea.

“Lluvia y soledad”:
Sólo es un café…

Penélope dice:
Sabes que no es sólo un café…

“Lluvia y soledad”:
Vale, te prometo que no voy a insistir más en lo que siento por ti, estas casada y lo sé.
Sólo quiero verte cara a cara.

Penélope dice:
Icario, no es una buena idea, de verdad que no y ahora tengo que irme, Teo se ha despertado y tiene que comer. Hablamos luego.


Sin esperar respuesta, Penélope cerró sesión. Estaba muy asustada. Los pensamientos le absorbieron.
-Quiero verlo y no estoy bien con Ulises… Pero no se merece esto. Es el padre de mi hijo. De mi único hijo…
-No, no quiero verlo. Es mejor que no lo vea. ¿Y si me estoy enamorando? Es más fácil huir. No quiero complicarme así la vida o ¿sí? Estoy tan sola… Últimamente sólo lo tengo a él. ¿Qué tiene de malo tomar un café?
Estuvo pensando y pensando largo rato, era muy difícil decidirse. Y finalmente, llegó a la mejor conclusión y, quizá, la más sabia: Ante la duda mejor no.