domingo, 2 de diciembre de 2007

LA VERDADERA HISTORIA DE PENÉLOPE

3ª PARTE

Los días siguientes trascurrieron de forma tranquila. Penélope se sentía feliz de volver al trabajo y empezó a diseñar la nueva colección de primavera-verano. Sus compañeros, además, la recibieron con mucho entusiasmo, sin duda, era una persona que se hacía querer.
Ulises llamaba todos los días y le gustaba hablar con Teo aunque no recibiera contestación alguna. Penélope empezaba a sentirse culpable por no quererlo como antes. Era un buen hombre y el mejor padre del mundo. ¿Cómo podía pensar en serle infiel con alguien al que apenas conocía?
-No puedo hacerlo. Tengo que olvidarme de él. No volveremos a hablar siquiera. Es lo mejor. Lo mejor – se repetía.
Pero por las noches el sueño se repetía sin parar. Se estaba obsesionando con Icario y no quería. Así que una buena mañana, muy decidida, se levantó y se conectó al messenger. Icario no estaba, pero colocó el cursor del ratón sobre la frase “Lluvia y soledad” y pulso el botón derecho. Respiró hondo y eligió la opción NO ADMITIR. Todo había terminado.
Sintiéndose mejor consigo misma corrió hacia su habitación. Cogió a Teo y lo meció entre sus brazos tiernamente. El pequeño no parecía ni inmutarse. Permaneció allí, en penumbra, durante varios minutos más. Pero tenía que irse. Muy a su pesar volvió a posarlo sobre la cuna y salió de casa dejándolo con la niñera. Ese era un gran día.
En el trabajo, la cosa se complicó. Los preparativos del gran desfile de la última colección no iban tan bien como ella esperaba. Tras sus cuatro meses de ausencia, se topó con la realidad. Estuvo tan ocupada que no se acordó ni un instante de Icario y eso le gustó. Pero hay muchos más peces en el río…
- Penélope, un periodista de la revista Mode quiere hablar contigo. Quieren fotos de tu última colección y hacerte una entrevista ¿Qué le digo?- dijo Emilia, su secretaria.
- Vaya día. ¡Qué estrés! En fin, dile que pase.
Penélope siguió repasando los bocetos e intento imaginarse que tela iría mejor para ese estilo de prenda.
- Quizá seda en tonos pastel- pensó.
Estaba tan concentrada en lo que estaba haciendo que se olvidó por completo de que esperaba a alguien.
Sonó la puerta y ella se sobresaltó.
-Adelante- dijo con voz suave.
Se trataba de un hombre joven, moreno y con unos preciosos ojos negros. Penélope no pudo evitar sentirse atraída. Pensó que eso antes no le ocurría. Tiempo atrás sólo tenía ojos para Ulises, pero desde que vivían en Madrid todo había cambiado tanto… Prácticamente no veía a su marido. Evidentemente su sueldo y su trabajo eran mucho mejor que en Ítaca, pero el precio que tenía que pagar era estar cubriendo reportajes, muchas veces fuera del país, y abandonar literalmente a su esposa y ahora, también a su hijo.
El periodista resultó ser un gran profesional que lo tenía todo más que planificado. La entrevista la haría en los ratos libres de Penélope, así que se verían en los próximos días.
-Nos vemos mañana entonces- dijo con tono seductor Marcos, el periodista.
-¿Te parece a la hora de comer?- preguntó ella con una gran sonrisa.
-Estupendo, me encantará comer contigo- respondió él.
Comieron dos días seguidos y, tras mucho vino y muchas risas, la entrevista terminó por fin.
-Ha sido un honor trabajar contigo- dijo Marcos.
-Lo mismo digo.
-Pues me voy…- dijo él mientras recogía sus cosas- Aquí tienes, mi tarjeta. Llámame algún día.
-Lo haré –dijo ella, aunque los dos sabían que no era cierto.
La verdad es que se sentía alagada. Le gustaba sentirse deseada, incluso, querida. Hacía tiempo que no se sentía así. Y entonces se acordó de Icario. Intento alejar su recuerdo… Cogió un taxi y volvió a casa esperando ver a su hijo despierto, tenía ganas de abrazarlo, besarlo,… Era lo que más quería en el mundo.

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