sábado, 1 de diciembre de 2007

LA VERDADERA HISTORIA DE PENÉLOPE

2ª PARTE

El día que Teo nació, Penélope se sintió más sola que nunca. Ulises estaba de viaje cubriendo algún reportaje y su familia estaba tan lejos… Aunque conocía a mucha gente en Madrid echaba de menos su Grecia natal, su familia, sus amigos de siempre. Lloró día y noche durante varios días.
No se quejaba de su situación en España. Antes de quedarse embarazada todo iba sobre ruedas. Su vida era muy diferente. Ahora echaba de menos la moda. Echaba de menos sus colecciones, sus desfiles, sus diseños. Pero la baja por maternidad la había apartado de todo ello.
-Reposo absoluto- había dicho el médico.
Pero pronto cambiaría todo. Sólo faltaban unas horas para volver a la rutina de siempre después de cuatro meses de baja. Esta idea le hizo sonreír. La moda era lo que más le gustaba en el mundo. Sintió también una extraña sensación, quizá de tristeza, cuando pensó en el trabajo. Recayó en el precioso bebé que estaba a su lado. Lo quería tanto… no quería separarse de él pero si seguía encerrada entre esas cuatro pareces se volvería loca.
La habitación estaba en penumbra. El único ruido que se escuchaba era el leve suspiro de ese ser diminuto que dormía plácidamente en la cuna.
-Eres lo mejor que me ha pasado nunca. Te quiero tanto… no sabes cuánto…– dijo la madre a modo de susurro y permaneció unos minutos más en silencio absoluto observándolo con orgullo.
-Un café y a disfrutar del último día de mis largas vacaciones.
Sin más se levantó. Arrastró los pies hasta el salón, encendió su ordenador portátil y volvió a deslizarse hasta la cocina para preparar un café muy cargado. Una vez con su taza en la mano se sentó ante la pantalla, abrió el messenger y observó que sólo estaba conectado uno de sus escasos contactos. “Lluvia y soledad” ponía junto al muñequito verde. Penélope sonrió y comenzó la conversación con Icario.



Penélope dice:
Buenos días buen hombre, jeje.

“Lluvia y soledad” dice:
Qué madrugadora no?

Penélope dice:
Son las 11 de la mañana…

“Lluvia y soledad” dice:
Pero no tienes nada que hacer. Sólo dedicarte exclusivamente a hablar por el msn. Yo me lo pensaría… J

Penélope dice:
Pues sí. Pero ya no puedo dormir más y tengo que cuidar de mi hijo, te acuerdas? Estoy muyyyyyyyyy contenta, mañana empiezo otra vez a trabajar.

“Lluvia y soledad” dice:
Es verdad. Se acabaron las largas horas ante el ordenador.

“Lluvia y soledad” dice:
Te voy a echar de menos, me había acostumbrado a hablar contigo a todas horas. A cualquier hora. Ahora tendré que aprender a vivir sin ti…L

Penélope dice:
No digas tonterías, seguiremos hablando.

“Lluvia y soledad” dice:
Por cierto, tu marido no se iba hoy a Bagdad?

Penélope dice:
Y se ha ido… Se le han saltado las lágrimas al despedirse de Teo, sé que quiere mucho a su hijo y es la primera vez que lo abandona durante tantos días…

“Lluvia y soledad” dice:
Es su hijo, que esperabas?

Penélope dice:
Ya lo sé, pero no puedo evitar sentirme un poco celosa…cuando me deja a mí, su mujer, con la que va a pasar todos los días de su vida, con la que va a estar en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad y bla, bla, bla, bla… no parece entristecerse.

Penélope dice:
Ni siquiera cuando estaba tan gorda que no podía ni moverme.

“Lluvia y soledad” dice:
Es tu marido y te quiere, pero tiene un trabajo muy absorbente…

Penélope dice:
Su familia no es más importante?

“Luvia y soledad”:
Tienes que intentar entenderlo… Tú también tienes un trabajo al que le dedicas mucho tiempo.

Penélope dice:
Lo sé, pero él no se siente sólo. Nunca se ha sentido sólo y yo sí.

“Lluvia y soledad”:
Tú me tienes a mí…

“Lluvia y soledad”:
Te veo un poquito pesimista no? Te propongo algo, quedamos y tomamos un café? Algún día tendremos que vernos cara a cara no?


Hubo una larga pausa. Penélope no se lo esperaba. Una cosa era hablar con él por internet que no tiene nada de malo y otra muy distinta quedar con él…verlo en persona. Tenía miedo. Sí, el miedo le invadía y sin darse cuenta empezó a temblar.


“Lluvia y soledad”:
Creo que no pasa nada por vernos.

Penélope dice:
Creo que no es una buena idea.

“Lluvia y soledad”:
Sólo es un café…

Penélope dice:
Sabes que no es sólo un café…

“Lluvia y soledad”:
Vale, te prometo que no voy a insistir más en lo que siento por ti, estas casada y lo sé.
Sólo quiero verte cara a cara.

Penélope dice:
Icario, no es una buena idea, de verdad que no y ahora tengo que irme, Teo se ha despertado y tiene que comer. Hablamos luego.


Sin esperar respuesta, Penélope cerró sesión. Estaba muy asustada. Los pensamientos le absorbieron.
-Quiero verlo y no estoy bien con Ulises… Pero no se merece esto. Es el padre de mi hijo. De mi único hijo…
-No, no quiero verlo. Es mejor que no lo vea. ¿Y si me estoy enamorando? Es más fácil huir. No quiero complicarme así la vida o ¿sí? Estoy tan sola… Últimamente sólo lo tengo a él. ¿Qué tiene de malo tomar un café?
Estuvo pensando y pensando largo rato, era muy difícil decidirse. Y finalmente, llegó a la mejor conclusión y, quizá, la más sabia: Ante la duda mejor no.

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