viernes, 30 de noviembre de 2007

LA VERDADERA HISTORIA DE PENÉLOPE

1ª PARTE

Era una mañana fría. Él se levantó intentando hacer el mínimo ruido posible, pero un llanto sonó más y más fuerte en la habitación. Penélope abrió los ojos y pudo ver que su marido se disponía a coger al bebé con lágrimas en los ojos.
Tiempo atrás, Penélope habría llorado, pero tal y como estaban las cosas no notaría mucho la diferencia.
- Tengo que irme ya –dijo una voz grave.
- Lo sé.
Penélope se sintió sucia. Hacía tiempo que no sentía nada cuando besaba a su marido. Era pura obligación.
-Te llamaré en cuanto llegue. Cuida mucho al pequeño Teo.
- Lo haré, no te preocupes.
Sin más, el hombre salió de la habitación y Penélope volvió a tumbarse en la cama. Aún era muy temprano y el bebé volvía a dormir profundamente.
Unos minutos después la puerta sonó. Penélope se quedó boquiabierta.
- ¿Qué haces aquí?
- ¿Estás sola? - preguntó él.
- Sí. Pasa.
Ella se encaminó hacia el dormitorio y él la siguió.
-Tenía tantas ganas de verte… no podía esperar más – dijo Icario.
-Todavía no puedo creerme que hayas venido hasta aquí – contestó Penélope- ¡Estoy tan contenta…!
-Este debe de ser el pequeño Telémaco – dijo mirando al niño. - Es un bebé precioso. Se parece a su madre.
Después de estas palabras el silencio se adueñó de todo. Icario y Penélope se miraban nerviosos y sonrientes. Él se acercó lentamente y se besaron.
De repente Penélope despertó. Era un sueño, un simple sueño. Pero un sueño que se repetía día tras día desde hacía más de un mes.
Desde hacía tiempo Ulises estaba especialmente ocupado en su trabajo. Penélope se sentía muy sola así que un buen día decidió meterse en uno de esos chat de los que tanto habla la gente.
Al principio no le gustó demasiado. Una panda de pirados, hablando de sexo principalmente, no era lo que ella buscaba. Solo quería a alguien con quien hablar, alguien que le hiciera compañía durante sus largas horas de soledad. Y tras muchos hombres movidos por hormonas y sus espantosos métodos de ligar, lo encontró.
Su nick era Icario y desde el momento que lo vio aparecer en pantalla sintió un profundo deseo de hablar con él. Su padre se llamaba Icario y siempre lo consideró un hombre comprensible y, lo más importante, inteligente.
Dudó varios minutos antes de abrir un privado. ¿Y si no era como esperaba?
-¡Y qué más da! – Se dijo- visto lo visto, tampoco se puede empeorar más la situación…
Finalmente se decidió. Y fue una gran sorpresa. No recibió respuesta alguna… el nombre de Icario desapareció de la pantalla.
Obsesionada con el hecho de hablar con ese hombre misterioso y descubrir su identidad se conectó varios días seguidos y no lo encontró. Pero cuando iba a darse por vencida, y como siempre sucede en todas las historias, apareció de nuevo el nombre de Icario ante sus ojos. Rápidamente Penélope abrió un privado y esta vez sí hubo respuesta.
Al principio la conversación fue más bien tímida. Preguntas como ¿cuál es tu nombre? o ¿a qué te dedicas? Se hicieron dueñas del ciberespacio.
Sin embargo, pronto el rumbo de las palabras desembocó en canciones, películas, y sobre todo libros, algo que parecía interesar mucho a los dos. Ese día trascurrieron horas y horas delante del ordenador.
-Tengo que confesarte algo… es la primera vez que hago esto – dijo ella.
-¿Hablar de libros?
Penélope rió con ganas.
-No me refería a eso exactamente. Me refiero a que es la primera vez que entro en un chat.
- ¿Y? ¿volveremos a hablar? Dime que sí...
-En realidad…lo he pasado muy bien pero tendré que pensarlo.
Y se lo pensó. Durante los primeros días decidió que no volvería a hacerlo. Pero es que realmente ¿qué tenía de malo hablar con alguien a través de una pantalla de ordenador? Nada. Probablemente nada. Al tercer día volvió a buscar a Icario en el mismo chat. Así empezaron a hablar día tras día durante horas. Se hacían compañía el uno al otro.
El problema es que sin quererlo Penélope se estaba ilusionando con una persona de la cual no sabía más que su nombre y aficiones. Su actitud con Ulises empezó a cambiar. Él pensó que se debía a su avanzado estado de embarazo, pero estaba muy equivocado. Y después se descubriría.

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