jueves, 8 de noviembre de 2007

Los cínicos

“Los cínicos enseñaron que la verdadera felicidad no depende de cosas extremas como el lujo, el poder político o la buena salud. La verdadera felicidad no consiste en depender de esas cosas tan fortuitas y vulnerables, y precisamente porque no depende de esas cosas puede ser lograda por todo el mundo. Además, no puede perderse cuando ya se ha conseguido […]
El más famoso de los cínicos fue Diógenes, que era discípulo de Antístenes. Se dice que él habitaba en un tonel y que no poseía más bienes que una capa, un bastón y una bolsa de pan. (¡Así no resulta fácil quitarle la felicidad!). Una vez que estaba sentado tomando el sol delante de su tonel, le visitó Alejandro Magno, el cual se colocó delante del sabio y le dijo que si deseaba alguna cosa, él se la daba. Diógenes contestó: “Sí, que te apartes y no me tapes el sol” […]
Los cínicos tuvieron importancia para la filosofía estoica […] Su fundador fue Zenón, que era originario de Chipre pero que se unió a los cínicos después de un naufragio […] Los estoicos subrayaron además que todos los procesos naturales, tales como la enfermedad y la muerte, siguen las inquebrantables leyes de la naturaleza. Por tanto el ser humano ha de conciliarse con su destino. Nada ocurre fortuitamente, decían. Todo ocurre por necesidad y entonces sirve de poco quejarse cuando el destino llama a la puerta. El ser humano también debe reaccionar con tranquilidad ante las circunstancias felices de la vida […]
Epicuro decía que era importante que el resultado placentero de una acción fuera evaluado siempre con sus posibles efectos secundarios. Si alguna vez te has puesto mala por haber comido demasiado chocolate, entenderás lo que quiero decir. […] No obstante, Epicuro señaló que el «placer» no tenía que ser necesariamente un placer sensual, como, por ejemplo, comer chocolate. También pertenecen a esta categoría valores tales como la amistad y la contemplación del arte. Condiciones previas para poder disfrutar de la vida eran los viejos ideales griegos tales como el autodominio, la moderación y el sosiego, pues hay que frenar el deseo. De esta manera también la calma nos ayudará a soportar el dolor.”
Jostein Gaader, El mundo de Sofía.

Se trata del fragmento de un libro escrito en 1991. En él una persona explica, de manera amena y comprensible, a una niña de quince años, la historia de la filosofía, así como sus momentos y representes más importantes.

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