viernes, 30 de noviembre de 2007

LA VERDADERA HISTORIA DE PENÉLOPE

1ª PARTE

Era una mañana fría. Él se levantó intentando hacer el mínimo ruido posible, pero un llanto sonó más y más fuerte en la habitación. Penélope abrió los ojos y pudo ver que su marido se disponía a coger al bebé con lágrimas en los ojos.
Tiempo atrás, Penélope habría llorado, pero tal y como estaban las cosas no notaría mucho la diferencia.
- Tengo que irme ya –dijo una voz grave.
- Lo sé.
Penélope se sintió sucia. Hacía tiempo que no sentía nada cuando besaba a su marido. Era pura obligación.
-Te llamaré en cuanto llegue. Cuida mucho al pequeño Teo.
- Lo haré, no te preocupes.
Sin más, el hombre salió de la habitación y Penélope volvió a tumbarse en la cama. Aún era muy temprano y el bebé volvía a dormir profundamente.
Unos minutos después la puerta sonó. Penélope se quedó boquiabierta.
- ¿Qué haces aquí?
- ¿Estás sola? - preguntó él.
- Sí. Pasa.
Ella se encaminó hacia el dormitorio y él la siguió.
-Tenía tantas ganas de verte… no podía esperar más – dijo Icario.
-Todavía no puedo creerme que hayas venido hasta aquí – contestó Penélope- ¡Estoy tan contenta…!
-Este debe de ser el pequeño Telémaco – dijo mirando al niño. - Es un bebé precioso. Se parece a su madre.
Después de estas palabras el silencio se adueñó de todo. Icario y Penélope se miraban nerviosos y sonrientes. Él se acercó lentamente y se besaron.
De repente Penélope despertó. Era un sueño, un simple sueño. Pero un sueño que se repetía día tras día desde hacía más de un mes.
Desde hacía tiempo Ulises estaba especialmente ocupado en su trabajo. Penélope se sentía muy sola así que un buen día decidió meterse en uno de esos chat de los que tanto habla la gente.
Al principio no le gustó demasiado. Una panda de pirados, hablando de sexo principalmente, no era lo que ella buscaba. Solo quería a alguien con quien hablar, alguien que le hiciera compañía durante sus largas horas de soledad. Y tras muchos hombres movidos por hormonas y sus espantosos métodos de ligar, lo encontró.
Su nick era Icario y desde el momento que lo vio aparecer en pantalla sintió un profundo deseo de hablar con él. Su padre se llamaba Icario y siempre lo consideró un hombre comprensible y, lo más importante, inteligente.
Dudó varios minutos antes de abrir un privado. ¿Y si no era como esperaba?
-¡Y qué más da! – Se dijo- visto lo visto, tampoco se puede empeorar más la situación…
Finalmente se decidió. Y fue una gran sorpresa. No recibió respuesta alguna… el nombre de Icario desapareció de la pantalla.
Obsesionada con el hecho de hablar con ese hombre misterioso y descubrir su identidad se conectó varios días seguidos y no lo encontró. Pero cuando iba a darse por vencida, y como siempre sucede en todas las historias, apareció de nuevo el nombre de Icario ante sus ojos. Rápidamente Penélope abrió un privado y esta vez sí hubo respuesta.
Al principio la conversación fue más bien tímida. Preguntas como ¿cuál es tu nombre? o ¿a qué te dedicas? Se hicieron dueñas del ciberespacio.
Sin embargo, pronto el rumbo de las palabras desembocó en canciones, películas, y sobre todo libros, algo que parecía interesar mucho a los dos. Ese día trascurrieron horas y horas delante del ordenador.
-Tengo que confesarte algo… es la primera vez que hago esto – dijo ella.
-¿Hablar de libros?
Penélope rió con ganas.
-No me refería a eso exactamente. Me refiero a que es la primera vez que entro en un chat.
- ¿Y? ¿volveremos a hablar? Dime que sí...
-En realidad…lo he pasado muy bien pero tendré que pensarlo.
Y se lo pensó. Durante los primeros días decidió que no volvería a hacerlo. Pero es que realmente ¿qué tenía de malo hablar con alguien a través de una pantalla de ordenador? Nada. Probablemente nada. Al tercer día volvió a buscar a Icario en el mismo chat. Así empezaron a hablar día tras día durante horas. Se hacían compañía el uno al otro.
El problema es que sin quererlo Penélope se estaba ilusionando con una persona de la cual no sabía más que su nombre y aficiones. Su actitud con Ulises empezó a cambiar. Él pensó que se debía a su avanzado estado de embarazo, pero estaba muy equivocado. Y después se descubriría.

Penélope y Ulises

Tanto Penélope como Ulises han influido poderosamente en la cultura occidental. Algunos pasajes de la historia se han incorporado al folclore popular, y numerosos autores los han incorporado en obras literarias, de teatro, historieta, cine, televisión,...
Un ejemplo sería la comedia El mayor encanto, amor, de Pedro Calderón de la Barca, o la película Son de Mar, de Bigas Luna que está basada en la novela de Manuel Vicent.
Yo, al igual que otros muchos, me he dejado impresionar por dicha historia y he querido crear mi propia versión. Eso sí, una versión libre y moderna.

Penélope


Penélope es hija de Icario, rey de Esparta y mujer de Ulises, rey de Ítaca.
En la vida de Ulises falta alguien. Alguien que le otorgue calma en las horas de angustia y alivie el peso de su soledad. Para cumplir los designios del Destino, él necesita una compañera. Elige la mujer más bella de Grecia; Helena, hija de Tíndaro rey de Esparta. Pero cuando llega allí, dispuesto a pedir la mano de la muchacha, se encuentra con una desagradable sorpresa: Helena tiene tantos pretendientes que para conseguirla tendría que desatar una guerra. Al saber de la presencia de Ulises en su corte, Tíndaro lo manda a llamar inmediatamente. El rey, nervioso, confiesa a su visitante que teme el comienzo de un grave conflicto, desencadenado por la pasión que su hija ha despertado en tantos hombres al mismo tiempo. Ulises desiste del matrimonio con la princesa. Pero, apenado por la situación de Tíndaro, imagina un ardid que le sería fatal: El hombre elegido por Helena debería ser respetado por los pretendientes rechazados. En cuanto a éstos prometerían ayudar al elegido a conservar a su lado a su mujer. Tal la condición fundamental para los candidatos a la mano de la bella. O se rendían a la imposición, o perdían la oportunidad de desposar a la princesa. Con voz grave el rey de Esparta se dirige a la multitud y les comunica el extraño juramento. Ulises se prepara para dejar la corte de Tíndaro y emprender el viaje de retorno, cuando una figura femenina llama su atención. Es Penélope, prima de Helena, que ha venido a aconsejar a la princesa en indecisión. Enamorados a primera vista, ambos jóvenes recorren mudos la estancia del palacio. Una fuerza mágica los une en un largo beso. Poco después y como si se conocieran desde hace años parten juntos para Ítaca. Ni los dioses, ni los hombres, ni el propio Destino podrán separarlos definitivamente.
Inclinada sobre la blanca cuna Penélope entona suaves melodías para acunar al pequeño Telémaco. En el balcón Ulises mira el cielo estrellado. Ni Ulises ni Penélope se imaginan que les aguarda una tempestad de acontecimientos contarios a la alegría y contrarios al amor. La noticia no tarda en llegar; Helena ha sido raptada por Paris, príncipe troyano, y su marido Menelao, convoca a todos los guerreros griegos para luchar a su lado (Ulises, mudo de espanto recuerda la estratagema que se ideó para ayudar a Tíndaro, los pretendientes de Helena deberían ayudar al elegido a conservar a su mujer). Desesperado, intenta simular locura, aunque finalmente es descubierto y parte a la guerra.
Aunque su marido estuvo ausente durante más de veinte años como consecuencia de la guerra de Troya, Penélope nunca dudó de que él regresaría, así que se mantuvo fiel. La cortejaban muchos pretendientes, que llevaban una vida espléndida y cometían excesos en el palacio de Ulises. . Penélope contuvo sus intenciones con el pretexto de que debía acabar una mortaja que estaba tejiendo para Laertes, su suegro. Cada noche deshacía la labor que había completado durante el día y, por este medio, evitaba tener que elegir un marido. Sin embargo, la estratagema se descubrió al ser delatada por una sirvienta, y los nobles comenzaron a insistir en una inmediata decisión de matrimonio. A pesar de los veinte años de agonía y espera, cuenta Eumeo, la reina es aún joven y bella. Y vive asediada por decenas de pretendientes que, seguros de su viudez, quieren casarse con ella. Nada consigue alejarlos de palacio. La diosa Palas Atenea puso en su corazón el deseo de mostrarse a los pretendientes, y aunque algo reticente por no haberse acicalado desde el día en que su esposo partió hacia Troya, su vieja ama la animó a hacerlo. Mientras tanto Ulises había regresado a Itaca, disfrazado de mendigo, y observando la situación. Al ver al falso mendigo en el umbral de la puerta, los hombres lo abofetean y le arrojan vino en la cara. Llega la noche. Con Telémaco, Ulises reúne todas las armas que consiguen encontrar en palacio y se prepara para el ataque. Penélope, siempre esperando la llegada del esposo, pero aún sin sospechar que éste sea el forastero andrajoso, entra en la sala donde están los pretendientes y, con una nueva estratagema en la mente, anuncia que desposará a aquel que consiga tirar la flecha con el arco de Ulises, atravesando doce orificios hechos en otros tantos cabos de hachas puestos en fila. Traen el arma. Uno a uno, los candidatos intentan tender el arco, pero aún usando de toda su fuerza, nada consiguen. Entonces se aproxima el anciano mendigo. Todos se burlan de su figura grotesca. Lo desafían. El finge gran esfuerzo para tender el pesado arco. Pero alcanza el blanco fácilmente y, después, riendo, vuelve a colocar flechas en el arco y mata uno a uno los pretendientes. Al saber Penélope de quien se trata, la reina no puede creer en tanto bien, tanta alegría. Como loca, sale corriendo por los salones del palacio en busca de su marido. Lo encuentra sin tardar. Frente a frente, en el centro de la sala, los esposos se miran extasiados. Después lentamente sin hablar palabra entran en el cuarto conyugal. Y se aman como si fuese la primera vez, como en su luna de miel.

martes, 27 de noviembre de 2007

Rómulo y Remo

Al caer Troya a manos de los griegos, sólo el príncipe Eneas, consiguió escapar del apocalipsis. Llevando a su padre en los hombros y a su pequeño hijo Ascanio de la mano, Eneas pudo embarcarse mientras las llamas devoraban la ciudad. Después de un largo viaje tocó tierra en la península itálica. Tras muchas peripecias, se estableció allí y su nieto fundó la ciudad de Alba, donde sus descendientes reinaron. Uno de dichos descendientes, Numitor fue destronado por su hermano Amulio. Temeroso de que algún día amenazaran su trono, el primer acto de gobierno de Amulio fue ordenar que los dos gemelos que había dado a luz su sobrina, Rea Silvia (hija de Numitor), fueran ahogados en el Tíber. La orden fue desobedecida y los hermanos, colocados en una cesta, flotaron a la deriva hasta que el río los depositó suavemente en su orilla. Una loba al ver a los pequeños llorando de hambre los amamantó. Los niños crecieron, junto a la loba, sanos y fuertes, pero su padre, el dios Marte, pronto comprendió que los gemelos necesitaban el calor humano para desarrollarse y los confió al cuidado de un pastor llamado Faustulo y su esposa, que los criaron como hijos y les dieron el nombre de niños Rómulo y Remo.
Después del paso de los años, Rómulo y Remo, descubren sus orígenes y deciden acabar con el hombre que les condenó, su tío Amulio y restaurar el orden devolviendo el poder a su abuelo Numitor.
Por ello se les asigna la propiedad de las tierras que les vieron crecer, en el monte Palatino. Los dos hermanos decidieron fundar una ciudad, la futura Roma, en una llanura del río en el preciso lugar en donde embarrancó la cesta. Trazaron con un arado el perímetro según el rito etrusco y Rómulo juró matar a todo aquel que traspasara los límites sin permiso.
Discutiendo sobre el nombre de la ciudad decidieron que lo elegiría aquel que avistase más pájaros, prueba que superó Rómulo y otorgó a la ciudad el nombre de Roma (muy similar a su nombre y en parte basado en la heroína Roma). Remo, enojado, discutió con Rómulo y borró el surco de los límites de la futura ciudad. Cumpliendo el juramento, Rómulo lo mató.
Como fundador de Roma se le atribuyen las antiquísimas instituciones de la ciudad. Existen varias versiones de la muerte de Rómulo, bien por una tempestad provocada por su padre Marte o bien asesinado por unos senadores discrepantes. En honor a la fecha de su desaparición se celebraban las fiestas Nonas Caprotinas.


El descubrimiento llevado a cabo por el arqueólogo Andrea Carandini, parece confirmar la leyenda del asentamiento de los fundadores de Roma en el siglo VIII a.C. y el mito de la fundación de la ciudad a manos de Rómulo y Remo.Se trata de un gran complejo de 345 metros cuadrados, de los cuales 105 eran cubiertos, en el que supuestamente habitaron los primeros reyes de Roma y que estaba "construido con técnicas rústicas reflejadas en los techos de materiales vegetales", señaló el arqueólogo.Los arqueólogos también han hallado las ruinas de una construcción con forma ovalada y doce metros de largo, donde se cree que ardía el fuego sagrado que las sacerdotisas tenían la obligación de mantener siempre encendido, como era costumbre en los ritos religiosos romanos, indicó Carandini.Para Carandini, la leyenda de los dos hermanos es "una fantasía determinada por hechos históricos, por lo que su núcleo tiene una base real", algo que finalmente podría quedar probado con el resultado de estas excavaciones.El que se cree fue el Palacio de los Reyes se mantuvo ocho siglos hasta el año 64 después de Cristo, según el arqueólogo, que aseguró que estos hallazgos representan la clave para entender en su conjunto los primeros asentamientos que consolidaron la fundación de Roma.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Tributo a mi tierra

El olivo, sus frutos y el aceite de oliva, están muy vinculados a la cultura griega, como podemos apreciar en la mitología. Según cuenta la leyenda, Atenea instaló el olivo en la polis que lleva su nombre (Atenas), durante la lucha con Poseidón por la supremacía en la protección de la ciudad. Para calmar la contienda, Zeus intervino y prometió conceder el dominio de aquel territorio a quien fuera capaz de aportar el regalo más útil para la humanidad. Poseidón llevó un caballo, animal resistente, veloz y capaz de aliviar el trabajo de los hombres; Atenea, en cambio, apareció con una pequeña ramita retorcida entre las manos, de sutiles hojuelas de color verde argénteo. Poseidón ya estaba saboreando la victoria cuando Atenea empezó a explicar las extraordinarias propiedades del olivo: una planta fuerte, capaz de vivir largos años y de producir frutos apetitosos y sabrosos, de los que los hombres podían extraer un líquido ideal para sazonar la comida (el aceite de oliva), dar fuerza al organismo, aliviar las heridas y también alumbrar la noche. La victoria de la diosa fue aplastante. Zeus decretó vencedora a Atenea, al donar a los ciudadanos la planta más útil y le fue concedida la soberanía sobre toda la región.
Como buena jiennense, un tributo a mi tierra y al aceite de oliva.









martes, 13 de noviembre de 2007

Venus de Milo

La Venus de Milo es una estatua que mide 2,05 metros de altura y representa a Afrodita, la diosa griega del amor y la belleza. El autor es anónimo y pertenece al periodo helenístico de la escultura griega (siglo II a.C.). Está considerada como la escultura clásica realizada en mármol más conocida del mundo antiguo.
La estatua se encontró en dos pedazos en 1820 en la isla egea de Melos, llamada también Milo, por un campesino denominado Yorgos. Esto habría servido también como un retruécano en el nombre de la isla Melos, que significa manzana en el idioma griego. Cerca de la estatua se encontraron un fragmento de un antebrazo y la mano con una manzana y estos restos son considerados parte de sus brazos. Yorgos la escondió de las autoridades pero fue descubierto posteriormente por funcionarios turcos, que cogieron la escultura. Un oficial naval francés, Jules Dumont, reconoció su valor y arregló su compra para el embajador francés en Turquía, el Marqués de Riviere. Después de algún trabajo de reparación, la estatua fue presentada al Rey Luis XVIII en 1821. El finalmente la entregó al Museo del Louvre en París, donde todavía se muestra hoy a la admiración pública.
Después de haber hallado la estatua, se hicieron numerosas tentativas para reconstruir su postura, aunque nunca se restauró.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Amor y Psique


Cuenta una hermosa leyenda grecorromana que existió un Rey que tenía tres hijas de gran belleza. La más joven de las hermanas, Psique, era, sin duda, las más bella y agraciada de todas. Su exquisita hermosura y encanto eran tales que los súbditos del reino olvidaron su devoción a Venus y, en su lugar, adoraron a Psique, a la que aclamaban como su diosa de la belleza.
Ofendida la diosa no pudo soportar semejante humillación, ni ver como sus templos permanecían desiertos mientras de tributaban honores a la bella Psique. Ordeno a su hijo Cupido que hiciera que la joven se enamorase del ser más monstruoso de toda la tierra, esperando que eso le sirviese de castigo ejemplar. Partió veloz Cupido con sus arcos y flechas para cumplir las órdenes de Venus. Pero cuando tuvo a Psique frente a él no pudo evitar enamorarse de tan bella criatura. Como no quería enojar a su madre ideó un plan para calmar su ira y a la vez disfrutar el amor de Psique.
La oportunidad que esperaba Cupido se presento cuando el Rey acudió a un oráculo para consultar por qué sus dos hijas mayores se habían casado y la pequeña, siendo la más hermosa de todas, no encontraba pretendiente. El oráculo, que no era si no la voz de Cupido, ordenó al Rey que vistiera a su hija con sus mejores galas y la abandonase en lo alto de una colina para recibir en matrimonio a un terrible monstruo volador dotado de la ferocidad de una víbora, y ante el cual temblaba hasta el mismo Zeus.
El Rey a pesar de su desesperación y de los gemidos y lamentos del cortejo nupcial ejecuto las órdenes de los dioses y abandono a Psique en lo alto de la montaña. Allí permaneció Psique paralizada por el miedo, hasta que llego Céfiro, el viento del este, la levanto por los aires y la llevó volando hasta una florida pradera donde la deposito sana y salva, y donde se durmió plácidamente. Cuando despertó a la mañana siguiente, Psique observó que más allá de la perfumada pradera se encontraba lo que parecía un palacio de oro, plata y piedras preciosas.
La joven, curiosa y admirada, se aproximó al palacio donde unas voces la animaron a entrar. Psique abrió la puerta de oro y contempló extasiada el más bello de los palacios; Encontró lujosas salas con exquisitas alfombras, costosas cortinas de brocados y ricas tapicerías. En una de esas salas se encontraba una bañera de oro llena de agua cálida y espumosa, y se dispuso para tomar un placentero baño. En esa misma habitación halló también un enorme armario repleto de hermosos vestidos y una confortable cama. Una vez que estuvo lista bajó las escaleras guiada por sirvientes invisibles y entró en el comedor principal. Ya había caído la noche y tan solo una vela iluminaba la gran sala.
Psique recordó el oráculo y creyó que la esperaba el terrible monstruo. Sin embargo, oyó una dulce voz que le pedía que se aproximara. Obedeció la joven embriagada por que aquella voz y por el agradable olor que se desprendía. Entonces sintió el suave tacto de su pie y un escalofrío de placer recorrió su cuerpo y, entonces, se dio cuenta que aquella voz, perfume y tacto no podían pertenecer a ningún monstruo, y se entrego totalmente al amor que le ofrecía su misterioso esposo.
Tras una noche de amor apasionada, el marido se desprendió de su esposa rogándole tiernamente que si le amaba no debía intentar nunca averiguar su nombre o vislumbrar su rostro, pues de lo contrario se vería obligado a marcharse de su lado para nunca más volver. Psique prometió solemnemente respetar los deseo de su oscuro esposo, aunque secretamente deseaba observar su semblante.
Pasaron los días y Psique se sentía más feliz que nunca. Dormía durante el día para gozar el amor por la noche. Sin embargo, las horas de soledad que pasaba a la espera de la caída de la noche hicieron que sintiera nostalgia del hogar. El ardiente esposo y amante no pudo negar a su bella esposa su deseo de visitar a su familia. De nuevo fue transportado por Céfiro y llegó a su hogar, donde fue recibida por sus hermanas y su padre.
Psique le relató todo lo que había pasado así como el amor que sentía por su enigmático esposo. Las hermanas de Psique se murieron de envidia al ver la felicidad de esta, que parecía aun más hermosa. Ellas, aunque estaban casadas con dos hombres ricos, no habían conocido a la pasión que la hermana pequeña estaba viviendo junto a su marido. Para acabar con esta dicha, las envidiosas hermanas introdujeron la duda en el corazón de Psique, incitándola a descubrir a su marido, diciéndole que este debía ser un monstruo puesto que no quería ser visto.
Cuando Psique volvió al palacio junto a su marido, la duda le quemaba en el estómago, y esa misma noche, tras esperar que este cayera dormido, tomó un candil y se acercó para iluminarle. En vez de hallar un monstruo horrible como esperaba, halló a Cupido, el más bello y encantador de los dioses. Deslumbrada por su belleza, quiso observarlo mejor y se acerco aún más con tan mala fortuna que una gota de aceite hirviendo cayó sobre el hombro de su divino esposo. Este se despertó sobresaltado y, dolorido, reprochó a Psique su falta de confianza y, como le había jurado, desapareció.
Psique enloqueció de dolor y marchó en su búsqueda. Recorrió toda Grecia pero no pudo encontrarlo. Desesperada, se dirigió a Venus, quien, encantada de poder vengarse de la joven, la retuvo a su servicio en el palacio. Allí mismo, la diosa había encerrado a Cupido en lo alto de una torre como castigo a su desobediencia.
Venus le dijo a la desgraciada joven que si quería recuperar los favores de su hijo debería superar unas pruebas. Psique acepto presurosa sin ni siquiera preguntar de qué se trataba. Primero le ordenó la diosa separar los granos de siete clases de cereales, que ella misma había mezclado, de una montaña tan alta como ella. La joven completó con éxito la tarea encomendada gracias a la ayuda de unas hormigas que se habían apiadado de ella. Después, le pidió que sacara un cubo de agua de la laguna Estigia famosa por ser inaccesible, cosa que pudo hacer con la ayuda de un águila. Consiguió también amansar el terrible Cancerbero para poder llegar hacia el trono de Proserpina, en el lugar más profundo del infierno, y poder llevar a Venus el secreto de la belleza de la reina de las sombras. Proserpina le dio a la joven un cofre que contenía un ungüento, el cual tenía el poder de restablecer la belleza a quienquiera que fuera untado con él, y cuya receta tan solo era conocida por la oscura diosa.
Cuando estaba a punto de entrar al palacio de Venus, Psique pensó que si aquel ungüento era en verdad tan eficaz, ella misma podría usar un poco para, de este modo, borrar las huellas del sufrimiento, que ensombrecían su rostro. Abrió el cofrecito, que en realidad contenía el espíritu del sueño, y calló en un profundo y dulce sueño.
Céfiro corrió hasta los aposentos de Cupido y le contó todo lo que Psique había hecho para recuperar su amor y el triste final de la joven. Cupido, emocionado y conmovido, escapó con la ayuda de su fiel amigo. Mientras permaneció encerrado en aquella torre, el bello dios había languidecido de amor por Psique y cuando la encontró dormida forcejeo con el maligno espíritu hasta que consiguió que volviera a regresar a los estrechos confines de su prisión, tras lo cual despertó a Psique con un dulce beso.
Venus no pudo permanecer insensible a aquel bello amor ni un momento más y accedió a la unión, perdonando a Psique. Fue ella misma quien tomó a ambos y los presentó al consejo de los dioses en el Olimpo, quienes aceptaron de buen grado que la joven bebiera la ambrosía y el néctar para convertirse en inmortal y así vivir un amor eterno junto a Cupido.

Apología de Sócrates


"Sin embargo, tampoco por el hecho de morir injustamente tengo que tener menos alta la cabeza, porque la vergüenza no es para mí sino para quienes me condenaron. Me consuela todavía el recuerdo de Palamedes, que murió de manera muy semejante a la mía. Aun ahora sigue inspirando cantos muchos más hermosos que Odiseo, que injustamente ocasionó su muerte. Sé que también testimoniarán en mi favor el futuro y el pasado, haciendo ver que jamás hice daño a nadie ni volví peor a ninguna persona, sino que hacía el bien a los que conversaban conmigo, enseñándoles gratis todo lo bueno que podía".
Apología de Sócrates

En el 399 a. C., en el marco de la democracia ateniense restaurada,
Sócrates fue acusado de asebeia (impiedad) y de corromper a los jóvenes. Tras el juicio realizado por el Tribunal de los Heliastas, el filósofo fue condenado a muerte. Murió a los 70 años de edad, aceptando serenamente la condena e ingiriendo cicuta.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Los efectos del amor (Safo)




"Me parece que es igual a los dioses
el hombre aquel que frente a ti se sienta,
y a tu lado absorto escucha mientras
dulcemente hablas y encantadora sonríes.
Eso a mí el corazón en el pecho me arrebata;
apenas te miro y entonces no puedo
decir ya palabra.
Al punto se me espesa la lengua
y de pronto un sutil fuego me corre
bajo la piel, por mis ojos nada veo,
los oídos me zumban,
me estremezco, más que la hierba pálida
estoy, y apenas distante de la muerte
me siento, infeliz."



Entre los antiguos poetas griegos, siempre ha destacado Safo, no sólo por ser la única gran figura femenina en ese mundo masculino, sino por su exquisita personalidad y sensibilidad. Es, ante todo, la poetisa del amor, de la pasión erótica y la nostalgia amorosa.

Los cínicos

“Los cínicos enseñaron que la verdadera felicidad no depende de cosas extremas como el lujo, el poder político o la buena salud. La verdadera felicidad no consiste en depender de esas cosas tan fortuitas y vulnerables, y precisamente porque no depende de esas cosas puede ser lograda por todo el mundo. Además, no puede perderse cuando ya se ha conseguido […]
El más famoso de los cínicos fue Diógenes, que era discípulo de Antístenes. Se dice que él habitaba en un tonel y que no poseía más bienes que una capa, un bastón y una bolsa de pan. (¡Así no resulta fácil quitarle la felicidad!). Una vez que estaba sentado tomando el sol delante de su tonel, le visitó Alejandro Magno, el cual se colocó delante del sabio y le dijo que si deseaba alguna cosa, él se la daba. Diógenes contestó: “Sí, que te apartes y no me tapes el sol” […]
Los cínicos tuvieron importancia para la filosofía estoica […] Su fundador fue Zenón, que era originario de Chipre pero que se unió a los cínicos después de un naufragio […] Los estoicos subrayaron además que todos los procesos naturales, tales como la enfermedad y la muerte, siguen las inquebrantables leyes de la naturaleza. Por tanto el ser humano ha de conciliarse con su destino. Nada ocurre fortuitamente, decían. Todo ocurre por necesidad y entonces sirve de poco quejarse cuando el destino llama a la puerta. El ser humano también debe reaccionar con tranquilidad ante las circunstancias felices de la vida […]
Epicuro decía que era importante que el resultado placentero de una acción fuera evaluado siempre con sus posibles efectos secundarios. Si alguna vez te has puesto mala por haber comido demasiado chocolate, entenderás lo que quiero decir. […] No obstante, Epicuro señaló que el «placer» no tenía que ser necesariamente un placer sensual, como, por ejemplo, comer chocolate. También pertenecen a esta categoría valores tales como la amistad y la contemplación del arte. Condiciones previas para poder disfrutar de la vida eran los viejos ideales griegos tales como el autodominio, la moderación y el sosiego, pues hay que frenar el deseo. De esta manera también la calma nos ayudará a soportar el dolor.”
Jostein Gaader, El mundo de Sofía.

Se trata del fragmento de un libro escrito en 1991. En él una persona explica, de manera amena y comprensible, a una niña de quince años, la historia de la filosofía, así como sus momentos y representes más importantes.

Ítaca


“Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo ,
y rico en aventuras y experiencias.
A lestrigones, cíclopes o fiero Poseidón,
nunca temas.
No hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
Nunca a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni al fiero Poseidón encontrarás
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.
Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas
de verano en que arribes a bahías
nunca vistas, con ánimo gozoso.
Detente en los emporios de Fenicia,
adquiere hermosos artículos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
Perfumes deliciosos y diversos
-cuanto puedas invierte en voluptuosos
y delicados perfumes.
Visita muchas ciudades egipcias y
aprende, con avidez, de los sabios.
A Ítaca siempre en la memoria.
Llegar allá es tu meta,
mas no apresures el regreso.
Mejor que se dilate largos años
y, en tu vejez, arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Un hermoso viaje te dio Ítaca.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentras, no hubo engaño.
Rico en saber y en vida como has vuelto,
comprendes qué significan las Ítacas.”

Constantino Cavafis.


Este poema escrito por este poeta griego fue escrito en el año 1911 y es una clara muestra de la pervivencia del viaje de Ulises en la literatura universal. La cultura clásica pervive y está en todas partes.